¿Qué sabemos de Dislexia?
¿Qué sabemos de Dislexia?En general sabemos muy poco. Como pediatra, antes de la fundación de Disfam Agentina, al igual que la mayoría de mis colegas y gran parte de la comunidad educativa, desconocía la dimensión que tiene el impacto de esta dificultad a nivel mundial. Hablamos de una dificultad presente en el 10% de la población en todo el planeta. En el ámbito educativo existe una desinformación sustancial a veces, y en otros casos información equívoca , lo que hace el problema más grave aún.Por último, dentro de los profesionales responsables de certificar el diagnóstico, los psicopedagogos, hay corrientes que sostienen criterios erróneos como la teoría del bloqueo emocional. Ya imposibles de sostener frente a la abrumadora evidencia científica, desvirtuando el conocimiento. Dificultando la correcta difusión o negando en muchos casos el diagnóstico y tratamiento e impidiendo la ayuda a alumnos con esta dificultad.¿Por qué sabemos muy poco?Si bien la dislexia existe desde hace muchísimos años, no fue un inconveniente generalizado hasta mitad del siglo XIX. Después de la revolución Industrial, cuando la Escuela Pública se hizo masiva.En esa época la única manera de almacenar conocimientos era la escritura, por ende la manera predominante de adquirir conocimientos era a través de la lectura. El hecho de tener mayores volúmenes de lectura hizo que algunas personas a mostraran dificultades en la lectoescritura, buscando todo tipo de explicaciones y teorías. Por ejemplo la que decía que se trataba de una ceguera selectiva para las palabras.En la década de los 70, comenzaron a aparecer los argumentos que más se asemejaban a la realidad, que luego la evidencia fue confirmando en los años 80 y 90. Comenzaba en ese momento la difusión en EEUU y el Reino Unido. Pero recién a comienzos de este siglo fue el inicio de la difusión en España, fuertemente impulsada por Disfam, y diez años después en Argentina.No fue hasta hace 10 años que la UNESCO, Área de las Naciones Unidas dedicada a Educación, representada por más de 200 países alrededor del mundo, consensuó la primera definición internacional en el “Foro Mundial de Dislexia 2010”. Confirmando su origen neurobiológico con raíces hereditarias. Esto dio por tierra al fin con la teoría nefasta del bloqueo emocional.En síntesis, sabemos muy poco porque la consolidación entre el respaldo institucional y la evidencia científica se produjo hace relativamente poco tiempo. Todavía no se ha incorporado a los centros de formación profesional en el área de Educación ni de Salud. Afortunadamente, en la actualidad, el marco legal, científico e institucional están alineados para que definitivamente el conocimiento salga a la luz y la dislexia se haga visible.Desinformación y familiaLa falta de conocimiento en este tema puede ser una situación más. Pero cuando una familia con un hijo recién diagnosticado o con sospechas diagnósticas, se encuentra con esa falta de certezas. Y en cambio contradicciones, información ambigua o equivocada, falta de contención profesional, el desconcierto puede ser muy grande, transformándose en un caos y acarreando sufrimiento al niño que no recibe la asistencia y el apoyo adecuado.Fue ese el punto de partida de mis consultorías, un poco por casualidad. Ocurrió en la consulta de uno de mis pacientes, la familia atravesaba una situación muy complicada. Donde se los veía muy desorientados, me sentí ofuscado y decidí dedicar el tiempo necesario para volcar en la consulta gran parte de los conocimientos que transmitíamos en las capacitaciones para docentes y profesionales.Fue increíble observar como a cada paso de la entrevista iban reconociendo a su hijo y reconociéndose ellos mismos. Sus problemas cotidianos y encontraban las soluciones a partir, no sólo del conocimiento, sino de la comprensión de la dislexia. Como de todos los procesos que la rodean. Fueron encontrando el soporte en la evidencia científica que les daba el respaldo necesario para sentirse seguros en la relación con el colegio y el resto de los profesionales.En este punto comprendí la importancia de la información en la familia. No sólo para conocer sino para comprender, proyectar, decidir y proteger adecuadamente a sus hijos de las inclemencias escolares.Importancia de la difusiónAsí como cobra relevancia para las familias, fundamentalmente la información tiene que ser la herramienta para lograr la detección, lo más precoz posible. Aún de los casos más solapados y ocultos.En muchas ocasiones suele ser evidente el mal rendimiento académico, pero no la dificultad en la lectura, pasando ésta inadvertida, e interpretándose como un problema de actitud o emocional. Otras veces sólo se observa como distracciones permanentes al realizar la tarea escolar.Es por esto que a todo niño que impresiona inteligente y tiene mal rendimiento escolar deberíamos hacer una evaluación neurocognitiva. Habitualmente, en lugar de esto se tratan de buscar todo tipo de explicaciones y excusas mientras el niño se desgasta y empeora su situación.Las repercusiones en el niño que se enfrenta a esta dificultad sin apoyo y sin entender lo que le ocurre suelen ser dramáticas. Golpea de lleno en su autoestima como la gota que orada la roca, día a día, semana a semana, hasta consolidarse en un conflicto emocional, de conducta o de salud. En otros casos pérdida total de la motivación, depresión o fobia escolar. Esto puede evitarse en gran medida con el diagnóstico, la comprensión y el tratamiento adecuado.En función de esta detección precoz, mi trabajo consiste además en la difusión a mis colegas y a otros profesionales de Salud y Educación, ya que como dije al principio, no se nos forma adecuadamente en este tema y la cantidad de niños que lo sufre es muy grande cuando no son detectados.Tenemos un largo camino por transitar todavía, pero la peor parte ya fue recorrida. El viento hoy sopla a nuestro favor, a través de la irrefutable evidencia científica, las instituciones y las leyes que nos amparan. Nos dirigimos inexorablemente hacia un destino donde la dislexia deje de ser invisible a los ojos de la mayoría. Y por lo tanto, sea lo que realmente es, una simple dificultad en el aprendizaje y no un estigma que tortura y hace infelices a miles de niños.
Dr. Gabriel Azcurra
Médico Pediatra
Consultor en Dislexia